viernes, 27 de enero de 2012

ACEPTAR LA CONDICION LGBTI



 De la página: PSICO ASESORÍA EN LÍNEA

                          “Gente gay y aceptación social 


Un paso atrás y dos adelante

¿Es posible confirmar un incremento generalizado en la aceptación LGBT dentro de las nuevas sociedades? Durante las décadas de 1980 y 90 ha habido una creciente aceptación pública de la homosexualidad, así como la creciente aceptación de parte de diferentes identidades de género entre los adolescentes. Muchas escuelas secundarias, particularmente en zonas urbanas, tienen clubes para gays y lesbianas, y el estigma de ser diferente ha disminuido significativamente. Los opositores, incluso, están preocupados de que tanta tolerancia pueda animar a más personas a "convertirse" en gays o lesbianas creando un clima de libertinaje y degradación
social. En lo personal creo que se trata de un pensamiento retrógrado, muy característico de la iglesia ortodoxa, pero también inevitable. Recordemos que se trata de tradiciones antiquísimas, y hay de por medio miles de años de seguimiento teológico, por lo que es de esperar la aparición de estas secuelas.

Mi percepción es que sí, la comunidad gay (incluye a hombres, mujeres y trans), no sólo está cambiando la forma de ver el mundo actual sino la forma de verse a sí mismos. Hay un fuerte respaldo por parte de instituciones científicas, derechos legales y público en general que cada vez se han vuelto más abiertos y tolerantes a esta particular forma de vida, que además está empezando a romper, para desgracia de la Iglesia, el esquema tradicional de familia que ha dominado el panorama político-social desde los comienzos de la civilización.

La comunidad homosexual no es la antítesis de una sociedad prospera y sana, como muchos creen, es más bien el reflejo y consecuencia de sucesos que acaecen en los procesos naturales de desarrollo normal. Pero sólo hasta ahora es posible develar esos procesos básicos que dan forma y autenticidad a la esencia del ser humano, a su "ser así y no de un modo estandarizado" y uniforme. Afortunadamente dejamos cada vez más atrás esos tiempos de oligarquía que  ―eso sí― tanto perjuicio hicieron al progreso social, para descubrir la diversidad e individualidad escondida tan tímidamente en lo más recóndito del ser común.


Estamos apenas viendo ―eso creo―, la punta del iceberg respecto al tema de la aceptación. Aún se ve, claro está, mucha discriminación y rechazo hacia la población homosexual, principalmente dentro de las comunidades con predominio religioso o muy apegadas a creencias ortodoxas. Los conflictos que siempre se han creído pertinentes al alma, ahora son propios de la mente. Se ha develado el gran misterio: los demonios surgen del pensar, y ya no son más pequeños diablillos que saltan y bailan al rededor de una hogera profiriendo maldiciones.

No son las leyes que favorecen el matrimonio LGBT las que ganan mayor terreno en la aceptación de comunidades alternativas, sino más bien las que están en contra de la discriminación hacia estas comunidades. Si las personas LGBT no tienden (en su mayoría) a concretar el matrimonio por cuestiones genéticas, ciertamente poseen ―y jamás han perdido― los mismo derechos como ciudadanos de acceder a todos los servicios y beneficios que gosa la población héterosexual tradicional. El problema con esto de las leyes es que existen aún mucha desarticulación en función al estilo de vida LGBT. Los objetivos están desviados muchas veces al sentido propagandístico y no al conocimiento real de las necesidades psicológicas individuales.

Cualquier cambio en el sistema de leyes o cultura social tradicional conlleva reacciones por parte de estas mismas sociedades. Por ejemplo, cada vez que se aprueba una ley a favor del matrimonio ocurre un repunte de asecinatos homófobos. Los cambios incitan más cambios, y las leyes no son suficiente. El crimen es penalizado, pero no por eso va a dejar de existir. La aceptación de la población LGBT es un proceso lento y ondulatorio. Si sorprende el hecho de verse en la posibilidad de contraer matrimonio gay en algún país occidental, sorprenderá también el nivel de agresión y maldad en otro país, menos desarrollado, del oriente medio. Así pues, yo digo: un paso atrás y dos adelante. En horabuena, tú formas parte de todo este proceso, reconoce cuáles son tus derechos y defiende la libertad de expresión sin importar de dónde proceda.”

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